Inhumanos

Ciudad de México:

El Zócalo, la plaza mayor de la Ciudad de México, capital
de la gloriosa México. Es temprano por la mañana, pero a pesar de el
acostumbrado tedio del lunes, cientos de personas se reúnen en el centro de la ciudad
bajo la gran sombra de la bandera azteca que ondea solemne en su asta de varios
metros de altura. El cielo hoy esta celeste, con muchas nubes blancas,
graciosas formaciones naturales parecidas al algodón. El astro rey nos regala
un bonito día de verano... un hermoso lunes, pensaría cualquiera. La gente se
mezcla en oleadas de turistas y ciudadanos que peregrinan de todo el país para
apreciar la magnificencia de la metrópolis histórica. El palacio de gobierno y
la catedral lucen aun las bellezas del pasado... y las palomas, las aves que
siempre acompañaron esta gran rotonda todavía revolotean entre las baldosas,
saciándose de el maíz que les arrojan. Pero en este día hay algo diferente...
una presencia extraña, perturbadora... Algo esta a punto de suceder, algo que
cambiara el destino de toda una nación... y nos abrirá los ojos... de una ves
por todas.

Aquella persona, aquella muchacha silenciosa y austera, de
rojos cabellos, vestida con una chamarra oscura y lentes de sol, detenida en
medio del tumulto de transeúntes, es una ''inhumana''. Y esta a punto de
cometer un acto cruel, e inhumano... Hace una ultima llamada por su móvil
mientras masca un chicle y se acomoda las gafas.

—¿Quién llama?

—Hola, Orbe. Soy yo, Incienso. Ya estoy en el lugar... te llamaba
para...

—¿Ya estas ahí? ¿Cuál es tu hora exactamente?

—... Ya falta poco para las 10 de la mañana...

—Excelente. ¿Sabes lo que tienes que hacer con detalle,
cierto?

—Si, lo se. Pero necesito estar segura... ¿no hay otra
forma...?

—No. No la hay... nunca la hubo, querida. Tu hermana
estará feliz, y tus padres te lo agradecerán si les das venganza, ¿y sabes
porque? Porque esto no se compara con nada de lo que ''ellos'' han hecho, con
nada.

—Santo cielo... Pero es que...

—¿Vas a flaquear ahora? ¿Me vas a fallar? No me
decepciones, querida, no cuando ya sabes lo que te espera.

—... Lo se... Lo are.

—Bien, bien... Ahora demuéstrales, querida, enséñales
porque te llamas Incienso. ¡Dales a oler fuego y humo!

La voz gritona se corta y solo queda el silencio del
obturador. Ahora los únicos sonidos que hay alrededor son de las personas que
pasean por el Zócalo. ''Incienso'', curioso apodo para una chica, un alias que
guarda mas que una inocente palabra...
La mujer se tensa, su piel morena se vuelve pálida y sus
cabellos parecen hacerse aun mas rojizos. Camina maquinalmente asta estar cerca
a la gran asta de la bandera que domina la plaza. Observa a las personas que se
le acercan; esta muy nerviosa, pero no teme por su propia seguridad, si no por
la de los demás...

<<Si no lo hago lo suficientemente grande... a
ella no le gustara... y es posible que me obligue a repetirlo... ¡Dios!>>

Traga saliva y avanza casi de espaldas hacia un tacho de
basura, pero, para su mala suerte, justo allí hay una madre con un bebe en
brazos que arroja una cucharita de plástico al basurero. La sonrisa dibujada en
el rostro de la criatura la aterroriza... Pero... ya es tarde para maldiciones,
no se puede evitar, llego la hora, el reloj por poco marca las 10...

<<Solo son humanos...>>

''Incienso'' escupe la goma de su boca y esta cae al
asfalto chamuscada, como si se hubiera quemado dentro suyo. Aparta los lentes
de sus ojos para poder ver mejor; sus iris van encendiéndose a modo de cerillo,
con una llama que pasa del celeste al rojo vivo. Ahora, en su momento mas
crucial, cuando todas las miradas están posadas en ella, extiende los brazos
solemnemente y espera el inevitable cambio...
La madre y su hijo no conocen el inminente peligro, no son
capaces de ver el punto de luz que se inflama dentro de la joven y que de
pronto explota con la fuerza de una inmensa bomba. El fuego lo arrasa todo y
arranca la carne de los huesos, luego, la onda expansiva destroza la piedra y
parte en dos el mástil. Los cuerpos salen volando lejos como bolas
incandescentes que golpean contra los muros también agrietados de los edificios
cercanos. Los escombros caen del cielo junto con una lluvia roja... ¿qué es?
Pues aun nadie lo sabe, pero se va acumulando lentamente en un charco imposible
de imaginar. El vidrio y las esquirlas cubren el suelo de todas las casas a la
ves que el espeso humo asfixia a los sobrevivientes de aquel infierno. El
terrible eco del estallido resuena en la bóveda celeste varios minutos antes de
silenciarse... Todo a acabado. Ya nada es como antes, solo a quedado un
gigantesco cráter llameante como recordatorio de lo que antes estaba allí...

<<Miedosa hermana... Debo reconstruirme rápido.>>

El charco de sangre que se a juntado en un pequeña fosa se
sacude como si hirviera, burbujea y salpica, asta que finalmente de entre sus
aguas rojas emerge la figura de un ser escarlata completamente desnudo. Se
estira tanto como puedo y se incorpora en quejidos y gemidos. La imagen de
aquella muchacha empapada en un musgo bermejo que se va desvaneciendo como por
arte de magia es algo que pondría los pelos de puntas a cualquiera.

—¡Por fin, por fin, por fin! ¡Ya era hora de que la inútil
de mi hermana se atreviera a grandes cosas! ¡Si...!

Los aullidos de ''Incienso'' eran las voces venidas del
mismísimo infierno... Había cambiado, como si su existencia se hubiera visto
opacada por la fuerza de sus instintos emergentes... Y ahora, en este momento,
solo quedaba el ser de su hermana, ''Sulfuro''.

—Tengo que largarme de aquí... Orbe se encargara de los
demás. ¡Ya!

Sulfuro desaparece entre la niebla de polvo y sedimentos.
Se pierde entre las calles infestadas de ambulancias y policías. El día es
trágico para todo un pueblo... y la noticia no tarda en cruzar el globo para
llegar a oídos de otro inhumano, uno muy importante.

En algún lugar:

La TV a estado encendida desde las 12 de la mañana. Parece que en
cierto sitio alguien a comenzado una guerra, una especie de atentado, todo es
un caos; como siempre las noticias exageran, piensan los dos televidentes
frente al aparato, acurrucados cómodamente en un sillón de color marrón.
Seguramente a sido un nuevo ataque terrorista de algún demente palestino, no
puede ser la gran cosa...

Esta es la casa de el no muy conocido Sebastián
Raskolnikov (la cual me rehusó a describirles aun), escritor de ciencia ficción
y declarado admirador de Dostoievski, que comparte su hogar con sus dos primos
y socios, León y Sonia Grett. Sebastián y su escasa familia podrían parecer
normales, pero no lo es asi, el aspecto de el recuerda a un ser humano común y
corriente, con cabello negro y piel clara, ojos marrones y sonrisa atrayente,
típica de un adolescente de diecinueve años, que a diferencia de los Grett, los
cuales parecen ser gemelos aunque con personalidades diferentes, y como todo el
mundo, nunca parpadea y siempre deambula concentrado en mejorar su propia
ideología.
Se escuchan pasos del otro lado de la habitación, alguien
viene, y se trata de Sebastián. Sus ojos están cargados de preocupación y
desvelo; entonces les dice a sus queridos compañeros, sentados placidamente en
el sofá que esta frente al televisor, que se preparen, deben salir a toda
prisa.

—¡Apresúrense caracoles! ¡El Club de los Naipes nos a
mandado llamar!

ajajajajajajajajaja!!!

el me dijo pendeja =P

baaah
ya callate chismosaa
deja que los otros lean
y lleguen a su conclusion !!!

Porque esta puesto en nxz con tu nombre jack ^^

baah
sta pendeja les arruina todoo..
solo quiero que aqui lo lean
me gusta el fic y es realmente bueno....
y quiero que este en AA
y este alfonsino no keria postearlo
y ps lo puse
y ese wey me dijo que no dijera que es de el
solo eso
ya madura y no seas tan pateticamente pendeja

El enemigo inicia el ataque


Una gran araña de dorado oro cuelga del techo marmoleado de la gran sala principal de la Mansión Perlada. La habitación es tan amplia y tan llena de belleza que da la impresión de estar dentro de un palacio de infinitas luces, pero que a la ves conserva las tinieblas que siempre deben reinar en esta especie de ambientes. Las paredes laterales son amplios espejos y prismas de metal precioso, como si fueran ventanas a otros mundos llenos de maravillas. La cabecera y la retaguardia, por el contrario, son puertas de madera fina y barnizadas con la mayor calidad posible. Al centro del opulento salón están reunidos, alrededor de una gran meza rectangular que se alarga tanto como la estancia en si, once invitados de 'apariencia' singular, siguiendo el patrón de rangos por asiento.
El joven de saco negro con capucha marrón y peinado 'coro tirado hacia arriba' es quien preside el acontecimiento. Inicia con los ojos rojos que tiene fijos en cada una de las personas que le observan:

—Lamento que Orbe no este presente, pero ella me a dejado a cargo del Circulo Secreto mientras se dedica a los debidos preparativos tras nuestro golpe.

Uno de los que están cerca, de el lado derecho y con el aspecto y la voz de un niño le increpa:

—Siempre has sido su favorito, no es de sorprender que te deje el mando. No seria tan malo si es que no fueras un incapaz, Vampiro.

Los luceros carmesí, esa mirada tan siniestra y atemorizante, se cierran por un segundo en un aparente y tranquilo suspiro. Luego, con una vehemencia muy arrogante, comienza a reír, quizás sobrecogido por la valentía de su inferior compañero:

—Eres un bebe, no se como fuiste aceptado en el Circulo, pero esa confianza que escupes tanto te puede traer problemas. Recuerda tu rango y el mío... solo te pido eso.

''Vampiro'', el es uno de los inhumanos mas poderosos del mundo, su 'don' consiste en manipular su propia sangre de la forma que se le antoje, incluso si esta ya no esta dentro de su organismo. Es casi inmortal, cada herida que se le infringe se cura a una velocidad inferior a la normal. Este es el brazo derecho de Orbe, Nicolás Falivene. Y aquel insulso que se atrevió a cuestionarlo era ''Mediano'', no muy fuerte, pero con una interesante habilidad.
Pasado el desencuentro, Vampiro decidió repartir el comunicado de su líder entre sus colegas del Circulo Secreto (del cual aun no les hablare):

—En propias palabras de Orbe, ya a llegado el momento en que nuestros hermanos repartidos por todo el globo se alcen contra los humanos... Nosotros hemos dado el primer golpe, con esto... inicia una guerra secreta que terminara siendo conocida, y que finalizara de una ves por todas con... la raza inferior, con su extinción. Con nuestra liberación, y con nuestro dominio.

La mujer de al lado, de cabello marrón, labios pálidos y mirada coqueta, agrega con un asentó demasiado saltón y excesivamente jovial:

—¿Y que será de Sulfuro? ¿Dónde esta ella ahora?

—Tulipan... siempre buscando la seguridad de los demás. De todos aquí eres la mas peligrosa, pero aun asi eres tan... infantil. Ella esta bien, y si no fuera asi... en este precioso momento otra ciudad estaría volando por los aires. Su ubicación es algo que solo Orbe conoce, y asi se quedara.

''Tulipan'', Natalia Raddatz, su cargo dentro del Circulo Secreto aun no se desvela por completo, aunque aparentemente su voto cuenta por varios de sus compañeros. Su poder no es tan volátil como el de Vampiro, pero puede ser muy útil en ciertas ocasiones. Tras la respuesta de Nicolás, se queda ensimismada e indiferente a la situación; siempre buscando divertirse, nunca concentrada. Sus collares, aretes y pulseras de diferentes tonalidades brunas trinan con cada uno de sus movimientos.

Los susurros entre los invitados a la mesa empiezan a hacerse rumores que dan comienzo a una avalancha de preguntas y quejas. Planes y suposiciones que no tienen relevancia en aquella asamblea se disparan sin piedad. Vampiro, buscando que el grupo se enfoque en su objetivo, retoma la iniciativa y explica el real motivo de la congregación:

—¡Silencio, silencio!

Solo una persona en todo el Circulo Secreto permanece callada desde el principio de la reunión; esta sentada al fondo del extenso mostrador, y aunque su silueta es una sombra cubierta por una oscura bata negra, la caperuza roja que le cubre la cabeza no oculta su amplia sonrisa, resaltada por unos dientes que casi como colmillos brillan a modo de plata ante la mínima luz.
Vampiro, tras hacer prevalecer la calma, se levanta de su asiento bruscamente y gesticula una decisiva carcajada a la ves que declara:

—Así como nos reunimos hace ya un mes para decidir si utilizaríamos a Incienso en el ataque a Ciudad de México. Ahora nos hemos vuelto a juntar para votar sobre los nuevos planes de Orbe...

Una mano se levanta de el lado derecho del tablero. El hombre que toma la palabra lleva puestas unas gafas rojas de montura amarilla; su peinado corto y de color gris hace juego con su camisa azul marino. Antes si quiera de decir algo junta las palmas y se apoya en el respaldo del mueble asta reclinar la cabeza entre los nudillos.

—¿Nuevos planes? ¿Te refieres al ataque biológico, no es asi?

—Correcto, Espejismo. ¡Asi es!, hermanos. No podemos esperar mas... Orbe a decidido que si vamos a empezar una verdadera batalla, debemos ser nosotros, los inhumanos, quienes demos el golpe primero.

Las miradas, todas y cada una de ellas, se enfocan en el extraño individuo al fondo de la meza, aquel de la caperuza roja. Falivene replica:

—Espero que nuestro mayor colaborador se preste a esta... misión. ¿No lo crees, Microbio?

La cabeza cubierta por la capucha escarlata se vuelve hacia donde esta el asiento de Nicolás. Es en ese momento es que la voz tétrica y misteriosa del hombre tras el capirote se hace oír.

—Solo espero que mueran muchos humanos, en ese caso les ayudare, pequeños organismos.